El gas natural se forma con la exposición a la presión y calor de las capas de plantas y animales enterrados durante muchos años. Es, por lo tanto, un combustible fósil y está compuesto en su mayor parte por metano.
Como muchos sabréis, el metano es un compuesto altamente inflamable, y por esta razón las compañías que se dedican a distribuir gas natural le añaden un característico olor que ayuda a detectar una fuga. Las fugas de gas pueden tener efectos negativos en nuestra salud, llegando incluso a ser mortales.
- Sistema respiratorio. Cenizas, vapor de agua, gases tóxicos y compuestos orgánicos volátiles son liberados en las fugas de gas natural y, posteriormente, se introducen en nuestro sistema respiratorio provocando enfermedades respiratorias.
- Efectos fisiológicos. El olor que añaden las compañías de gas (metanotiol o etanotiol) puede producir efectos fisiológicos al inhalar en grandes cantidades. Algunos de los síntomas pueden ser dolor de cabeza, mareos, escalofríos, vómitos, pérdida del conocimiento o fiebre. Además, el gas natural también puede contener otros contaminantes como benceno, PBC (bifenilos policlorados), radón y tolueno.
- Problemas de salud comunes. Según la Biblioteca Nacional de Medicina “si una fuga de gas natural se ha producido y es grave, el oxígeno puede ser reducido, causando mareos, fatiga, náuseas, dolor de cabeza y respiración irregular”. Una pequeña fuga puede acumularse durante un determinado tiempo y llegar a acumular una significativa cantidad de contaminantes que pueden producirnos problemas de salud comunes. Además, también afectan al medio ambiente y al ecosistema.
- Asfixia. Cuidado las personas con una alta sensibilidad química, pues son más susceptibles a sufrir asfixia por una fuga del gas natural. La asfixia produce que el cuerno no pueda obtener el suministro de oxígeno suficiente, lo que conlleva pérdida de la conciencia, daños cerebrales y puede llegar a ocasionar la muerte.